La violencia ejercida sobre las mujeres no es un problema reciente en nuestra sociedad, aunque ha sido en las últimas décadas del siglo XX cuando ha salido a la luz su verdadera magnitud, que representa un grave atentado contra el derecho a la vida, la integridad física y psíquica, la seguridad, la libertad y la dignidad de las mujeres. Es una de las formas de violencia más extendida en el mundo. Afecta a todos los pueblos, clases sociales, y niveles educativos.
Una de las vertientes más significativas de este tipo de violencia contra la mujer es la ejercida dentro de las relaciones de pareja, amparada durante siglos en la intimidad y privacidad otorgadas a la familia, lo que sin duda ha supuesto un obstáculo para la visibilización y toma de conciencia pública.
La sociedad no puede ni debe ignorar que la violencia contra las mujeres perpetrada por sus parejas o ex parejas (violencia de pareja) es un problema social de gran magnitud, incompatible con una sociedad construida sobre la base de una cultura de igualdad y de respeto. Sin embargo, son muchas las personas que consideran la violencia de pareja como un asunto privado y que pertenece al ámbito íntimo de la pareja, y como tal, debe ser resuelto por los miembros de la pareja, porque considera que no es cosa suya. Pero la violencia de pareja, como cualquier otro tipo de violencia, no es una cuestión privada. Es un atentado contra los derechos humanos de las víctimas y, por consiguiente, es una cuestión pública. Nos afecta a todos desde el momento que agujerea los cimientos de nuestra sociedad y, además, genera grandes costes económicos y sociales al Estado.
Desde la perspectiva socioeconómica implica un fuerte gasto, ya que se destinan muchos recursos tanto públicos como privados, a la lucha contra este tipo de violencia y que tiene como objetivo principal la prevención, la sensibilización, la protección y atención directa a las mujeres que la padecen.
CONCEPTOS
Se entiende por violencia cualquier acción u omisión intencional que dañe o pueda dañar a una persona.
Por género se entiende el conjunto de características que se construyen socialmente a partir de diferencias sexuales entre el hombre y la mujer. Estas características pueden llevar a asignar a hombres y mujeres roles sociales muy rígidos y excluyentes (por ej. el hombre es agresivo y dominante y trabaja fuera de casa; la mujer es pacífica y sumisa y trabaja en casa).
Por violencia de género se entiende entonces, cualquier acción u omisión intencional que dañe o pueda dañar a una persona porque se aleja de los estereotipos socialmente construidos.
Como la violencia de género contra el hombre no es numéricamente significativa, habitualmente la expresión “violencia de género” se refiere sólo a la violencia contra la mujer.
A menudo se emplea la expresión “violencia doméstica” como sinónimo de “violencia de género”. No es correcto. El término “doméstico” viene del latín “domus” que significa casa. La violencia doméstica es, pues, la que ocurre en la casa u hogar. Hay diferentes tipos de violencia doméstica: entre los miembros de la pareja, entre los hijos, entre padres e hijos, etc. De estos tipos de violencia doméstica sólo pueden tenerse en cuenta como violencia de género aquellos cuyas víctimas son mujeres y cuyos agresores les atacan por no adecuarse a los estereotipos socialmente atribuidos a ellas. Esos agresores, suelen ser, principalmente, las parejas.
Cuando la violencia contra la mujer haya sido perpetrada por su pareja, hablaremos de “violencia de género en las relaciones de pareja” o “relaciones de pareja”. Así de paso, no se dejará fuera de este ámbito a la violencia entre novios, que también son pareja, aunque no vivan en la misma casa. Por lo tanto, entendemos por “violencia de pareja” toda forma de violencia de género en la que la mujer es maltratada por su pareja (cónyuge, conviviente o novio). También se extiende el concepto cuando el maltrato es a manos de la ex pareja.
